2Co 12:7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase
desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que
me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera;
2Co 12:8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.
2Co 12:9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
2Co 12:10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Ciertamente son varias las enseñanzas contenidas en esta porción de la Palabra de Dios; por ejemplo leemos en el versículo 7: ¡Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera!
Lo que aquí resalta es la soberanía de Dios determinando que por el bien espiritual de Pablo, debía tener ese aguijón en su vida, algo relacionado con su cuerpo, algo que le recordaba en todo momento cuán débiles y necesitados de la gracia de Dios somos, algo que lo arrojaba día a día en los brazos del Señor, algo que lo empujaba a buscar una y otra vez a fortalecerse en El Señor para poder seguir avanzando.
Es obvio que Dios no consultó a Pablo respecto a esta manera de preservarlo del orgullo, de la misma manera que Dios no consulta a sus hijos si están o no de acuerdo en permitir todo aquello que coopere y lleve a la perseverancia hasta el fin.
También es obvio que las declaraciones chamánicas tan utilizadas por los apóstoles de la actualidad, no le hubieran servido de nada a Pablo, ni decretos, ni declaraciones positivas, ni visualizaciones, ni los tan mentados quiebres de maldiciones hubieran servido de algo para cambiar la situación; y esta es la razón por la que los modernos chamanes aborrecen la doctrina de la soberanía de Dios, pues les recuerda que el control lo tiene Dios y no ellos.
En el versículo 8 Pablo declara: “Y respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí”. Como contrasta esto con el espíritu que existe en gran parte de la cristiandad actual, que ha reemplazado el ruego y el clamor por el decreto y las declaraciones positivas; ruego y clamor son palabras que ya no están en el vocabulario de aquéllos que en sintonía con la iglesia apóstata de Laodicea dicen de sí mismos “soy rico y me he enriquecido y de ninguna cosa tengo necesidad”. No tienen necesidad de rogar y clamar; porque tales cosas son inherentes a quienes por ser nuevas criaturas en Cristo, necesitan buscar a su Señor en oración como el aire que respiran, mientras que aquellos que no le pertenecen al Señor se apacientan a sí mismos con el fuego extraño que avienta el engaño, de que son pequeños dioses y que como tales no tienen más que hablarles a las circunstancias y ser señores para sí mismos.
2Co 12:8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.
2Co 12:9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
2Co 12:10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Ciertamente son varias las enseñanzas contenidas en esta porción de la Palabra de Dios; por ejemplo leemos en el versículo 7: ¡Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera!
Lo que aquí resalta es la soberanía de Dios determinando que por el bien espiritual de Pablo, debía tener ese aguijón en su vida, algo relacionado con su cuerpo, algo que le recordaba en todo momento cuán débiles y necesitados de la gracia de Dios somos, algo que lo arrojaba día a día en los brazos del Señor, algo que lo empujaba a buscar una y otra vez a fortalecerse en El Señor para poder seguir avanzando.
Es obvio que Dios no consultó a Pablo respecto a esta manera de preservarlo del orgullo, de la misma manera que Dios no consulta a sus hijos si están o no de acuerdo en permitir todo aquello que coopere y lleve a la perseverancia hasta el fin.
También es obvio que las declaraciones chamánicas tan utilizadas por los apóstoles de la actualidad, no le hubieran servido de nada a Pablo, ni decretos, ni declaraciones positivas, ni visualizaciones, ni los tan mentados quiebres de maldiciones hubieran servido de algo para cambiar la situación; y esta es la razón por la que los modernos chamanes aborrecen la doctrina de la soberanía de Dios, pues les recuerda que el control lo tiene Dios y no ellos.
En el versículo 8 Pablo declara: “Y respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí”. Como contrasta esto con el espíritu que existe en gran parte de la cristiandad actual, que ha reemplazado el ruego y el clamor por el decreto y las declaraciones positivas; ruego y clamor son palabras que ya no están en el vocabulario de aquéllos que en sintonía con la iglesia apóstata de Laodicea dicen de sí mismos “soy rico y me he enriquecido y de ninguna cosa tengo necesidad”. No tienen necesidad de rogar y clamar; porque tales cosas son inherentes a quienes por ser nuevas criaturas en Cristo, necesitan buscar a su Señor en oración como el aire que respiran, mientras que aquellos que no le pertenecen al Señor se apacientan a sí mismos con el fuego extraño que avienta el engaño, de que son pequeños dioses y que como tales no tienen más que hablarles a las circunstancias y ser señores para sí mismos.
“Bástate mi gracia
porque mi poder se perfecciona en la debilidad”, es el mensaje que sostuvo a
Pablo y le fortaleció para seguir cumpliendo con la misión que le había sido
encomendada. ¡Bástate mi gracia! es el mensaje del Señor en respuesta a todas
aquellas cosas que no entendemos pero que por fe tenemos que aceptar que
cooperan para nuestro bien, y que inexorablemente nos llevarán a sacar fuerza
de la debilidad.
¡Solo a Dios la Gloria!
¡Solo a Dios la Gloria!
Nota: Este material se puede distribuir y publicar con toda
libertad siempre y cuando se respete el autor.
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