Lucas 23:39-43
39 Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 40 Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 41 Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. 42 Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Jesús jamás llamó a hacer una oración de fe ni tampoco los apóstoles, tal práctica tiene su raíz en el semipelagianismo. La oración rogando salvación brota de los escogidos de forma espontánea.
39 Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 40 Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 41 Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. 42 Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Jesús jamás llamó a hacer una oración de fe ni tampoco los apóstoles, tal práctica tiene su raíz en el semipelagianismo. La oración rogando salvación brota de los escogidos de forma espontánea.
Al ladrón que estaba junto a Jesús en la cruz nadie le dijo que tenía que orar, él de su propia iniciativa oró al Señor diciéndole: SEÑOR ACUÉRDATE DE MÍ CUANDO VENGAS EN TU REINO. ¿Quién le dijo al ladrón que tenía que orar? No se lo dijo ningún hombre, se lo dijo El Espíritu Santo que lo estaba atrayendo a la salvación, cumpliéndose aquella verdad que se revela en el Salmo 65:4 bienaventurado al que tu escogieres y atrajeres a ti.
De la misma manera todos aquellos que han sido escogidos para salvación serán atraídos a Dios al dirigirse a Él en oración. Y es a eso que se refería El Señor Jesús en Juan 6:37 cuando afirmó: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera”. Cuando el Señor dice que todos los que el Padre le da vendrán a El, se está refiriendo a que quienes fueron dados por El Padre a su Hijo oraran a Él en forma espontánea, se dirigirán a Él como el ladrón que estaba crucificado junto al Señor. Oraran a Él sin necesidad de que nadie manipule sus emociones.
Nosotros como iglesia sólo debemos presentar a Cristo crucificado, dejar muy en claro que no hay otro nombre dado a los hombres en quien podamos ser salvos. ADVIRTIENDO A QUIENES OYERON EL MENSAJE DE QUE DEBEN CREER PARA ESCAPAR DE LA CONDENACIÓN, y el Espíritu Santo hará el resto convenciendo de pecado, de justicia, de juicio. Y tenemos un ejemplo muy claro de esto en el libro de los Hechos, en donde luego de predicar el evangelio, no se necesitó instar a nadie a pasar al frente y hacer una oración, simplemente se nos relata lo siguiente:
Hechos 13: 48 Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.
¿Por qué se regocijaban las personas de las que aquí se nos relata? Nadie les dijo que podían regocijarse porque ya eran salvos por haber hecho una oración. Pero contrariamente a este cuadro en donde todo está dado por la gracia Soberana de Dios, muchos evangelistas luego de hacer pasar al frente a quienes oyen el mensaje, les hacen repetir una oración y les dicen que porque repitieron esa oración ya son salvos, y lo que tenemos son personas que muy posiblemente repitieron una oración bajo manipulación emocional y que nunca nacieron de nuevo.
La supuesta necesidad de guiar a una oración de fe a quienes les es predicado el evangelio, tiene su raíz en la falsa noción sinergista, que cree que es la voluntad del hombre la que inicia todo el proceso de salvación, y consecuentemente con ese error, se insiste en que se debe incentivar las voluntades de quienes oyen el evangelio para que repitan una oración y así se salven, Y COMO YA HEMOS DEJADO EN CLARO, EL DIRIGIRSE A DIOS EN ORACIÓN ES ALGO QUE BROTA ESPONTÁNEAMENTE DE LOS ESCOGIDOS.
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