Juan 15:14-15 (RVR 1960)
14 Vosotros sois mis amigos, si
hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor;
pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he
dado a conocer.
Llegamos a ser hijos de Dios
porque según el puro afecto de la voluntad de Dios, fuimos predestinados para
ser adoptados como sus hijos, pues así está claramente revelado en Efesios 1:5,
y eso es una gloriosa bendición que nos ha sido dada por gracia, es decir, al
margen de toda obra meritoria.
Pero nos convertimos en amigos,
cuando en nuestro caminar en la fe nos esforzamos diariamente para negarnos a
nosotros mismos para hacer la perfecta voluntad de Dios. Me refiero a todos
aquellos que se animan a decirle a Dios que deshaga todo aquello que no esté en
su voluntad; y a lo que me estoy refiriendo es a anhelos o cosas que hemos
planificado, que aunque son lícitos nos pudieran alejar o distraer del
propósito que Dios tiene para nuestras vidas. Esto ya constituiría una
contracultura con el cristianismo que se predica en muchas iglesias, es decir,
este modelo de lo que bíblicamente debería ser nuestra relación con Dios es
diametralmente opuesto a eso de presentar el cristianismo como una plataforma
para cumplir nuestros sueños, mientras que en verdad no fuimos llamados a
cumplir nuestros sueños sino a negarnos a nosotros mismos y ofrecernos en
sacrificio vivo a Dios. Cuando entendemos esto, entonces comenzamos a ser no sólo
hijos sino amigos de Dios, y es cuando verdaderamente nuestro caminar con
Cristo se convierte en una delicia que saboreamos a diario, es un gozo profundo
que no depende de las circunstancias por las que tengamos que atravesar.
Gracias
Señor porque además de la gracia inmerecida de ser tu hijo también me das la
gloriosa e inmerecida oportunidad de poder ser considerado tu amigo.
Nota: Este material se puede distribuir y publicar con toda
libertad siempre y cuando se respete el autor.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por comentar