Desde hace ya bastante tiempo, se
ha establecido como doctrina, las famosas cadenas de oración. Doctrina que no
tiene fundamento bíblico, pero el mayor problema de esta doctrina anti bíblica
es que lleva a los cristianos a apegarse a la falsa noción que la respuesta a
la oración, tiene que ver con un poder que es directamente proporcional a la
cantidad de personas que estén orando. A mayor cantidad de personas mayor será
el poder y mayor será la posibilidad de obtener la respuesta a ese clamor.
Aunque los cristianos que se adhieren a esas cadenas no lo planteen en esos
términos, al fin de cuentas esa es la creencia anti bíblica que subyace en esa
práctica.
La Biblia nos recuerda en el Nuevo Testamento que siendo Elías un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, fue utilizado por Dios, no sólo para que la lluvia se detuviera sobre Israel durante tres años y seis meses para así llevar al pueblo al arrepentimiento, sino que además luego Dios utilizó a ese mismo hombre para que por su oración volviera nuevamente a llover en Israel:
Santiago 5:17-18 (RVR1960)
17 Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. 18 Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.
17 Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. 18 Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.
¿Para qué cree usted que Dios nos
ha dejado esta gloriosa palabra? pues para precisamente deshacer todas estas
prácticas anti bíblicas que debilitan a los cristianos. Nos debilitan porque
nos hacen quitar la fe en Dios para ponerla en la continuidad de una cadena o
en el número de personas que participan en esa cadena, y esto debilita, esto
oscurece la gloriosa verdad de que tan solo la oración de un hijo de Dios puede
producir efectos como los que produjo la oración de Elías, quien fue utilizado
para llevar a toda una nación al arrepentimiento.
No es la cantidad de personas que
compongan una cadena de oración sino la soberanía de Dios lo que ha de
determinar la respuesta a una necesidad determinada, pues escrito está:
1 Juan 5:14-15 (RVR1960)
14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
¿Y qué de los pedidos del apóstol
Pablo para que oraran por su ministerio?
Efesios 6:18-20 (RVR1960)
18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; 19 y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, 20 por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.
18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; 19 y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, 20 por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.
Pues tales pedidos deben
entenderse como exhortaciones a ejercer el ministerio intercesor que todo
cristiano tiene el privilegio y la responsabilidad de desarrollar. Oraciones
que Dios mismo pone en los corazones de sus hijos, y que de seguro tendrán una
gloriosa respuesta.
Debo aclarar que con este escrito
no estamos desalentando la oración en grupos como cuerpo de Cristo, nada más
alejado de lo que en verdad estamos exponiendo. La oración en grupo no tiene
absolutamente nada que ver con las famosas cadenas de oración. La oración
congregacional, el orar como cuerpo de Cristo, no tiene absolutamente nada que
ver con la práctica de hacer cadenas de oración. La oración en grupo es
bíblica, pero las cadenas de oración son una invención humana.
La eficacia de la oración grupal,
nada tiene que ver con la cantidad de redimidos que participen en dicha
oración, sino en que Dios mismo se complace en bendecir aquello que se hace
conforme al modelo que Él ha establecido en su Palabra. Sean dos, sean
doscientos o dos mil, la eficacia radica en que se está poniendo en práctica
algo que Dios mismo estableció.
Vale decir, que mientras que por
un lado, en el capítulo 5 de Santiago, El Señor nos anima a considerar el
ejemplo de Elías y de la eficacia de la oración de un hombre con pasiones
semejantes a las nuestras, por otro lado, también nos anima a la oración grupal
como cuerpo de Cristo, algo que está en su voluntad y que él promete bendecir
tal como lo vemos en el libro de los Hechos, en donde se nos relatan gloriosas
respuestas a los redimidos orando como cuerpo de Cristo. Ambas cosas, la
intercesión individual como sacerdotes y la oración como cuerpo, tendrán la
bendición de Dios porque es lo que Dios mismo ha establecido en su palabra.
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