Hoy más que nunca debemos tener presente
esta sentencia que bajo inspiración Divina, el apóstol Pablo pronunció en
referencia a las falsas doctrinas que amenazaban a los Gálatas. Lo que me ha
impulsado a compartir esta palabra, es un vídeo que vi días pasados, un vídeo
que en Argentina ha tenido amplia difusión; me refiero a cierto “pastor”
africano que dice haber estado en el cielo y en el infierno. En su relato, él
cuenta que a raíz de un accidente automovilístico estuvo muerto, y que fue
llevado al cielo y al infierno, y que estando en el infierno, “un ángel” le
dijo que esa era su parte por no haber perdonado a su esposa que había reñido
con él.
Este “pastor” está tan cegado que no es
consciente de la gravedad de sus acciones, él está predicando un falso
evangelio de salvación por obras, en esencia, él está diciendo que la salvación
no descansa en la obra propiciatoria de Cristo, sino en que un cristiano
perdone o deje de perdonar a alguien. Y las implicancias de tal enseñanza, es
que lo que Cristo ha consumado en su sacrificio es insuficiente, al grado que
tienen que ser completado con nuestras obras. Y por otra parte, la
justificación no sería un acto definitivo como lo enseña la Escritura, sino
algo que estaría pendiente y supeditado a las obras.
El que este tipo de fabulas sean
ampliamente aceptadas por muchos cristianos tiene su raíz, en que se ha
abandonado el principio de SOLA ESCRITURA establecido en la Reforma
Protestante, pues quienes consumen estas falsas doctrinas, ponen las visiones o
experiencias humanas por encima de las Sagradas Escrituras, que claramente
enseñan que la justificación es definitiva e irrevocable y que sólo descansa en
la muerte de Cristo como nuestro sustituto, pues está escrito en Romanos 8: 33
-34 ¿Quién acusará a los
escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo
es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la
diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
Pero además a eso se le suma, que también
se pisotea el principio de SOLA GRACIA, y esto debido a que la infiltración
jesuita, ha logrado que un gran segmento del evangelicalismo, acepte no solo el
semipelagianismo romanista sino también la herética enseñanza de que el hombre
no sólo es justificado por la fe sino también por las obras.
Gracias sean dadas a Dios que a través de
estos medios millones de cristianos están despertando a la realidad, que por
mucho tiempo estuvieron bajo la influencia de una corriente que sutilmente ha
reemplazado LAS DOCTRINAS SISTEMATIZADAS EN LA REFORMA, POR LAS FALSAS
DOCTRINAS DEL CONCILIO DE TRENTO.
Por último, nos ocuparemos de la correcta
interpretación bíblica de un texto que habla de la falta de perdón, me refiero
a Mateo 6:14-15, texto QUE SE REFIERE NO A LA SALVACIÓN SINO A LA PERDIDA DE LA
COMUNIÓN.
Mateo 6:14-15 debe interpretarse a la luz
de todo un cuerpo de verdad referente a la Gracia, que claramente enseña que un
hijo de Dios no puede perderse jamás, es decir, es absolutamente imposible la
perdida de la salvación, y creo que lo que más contundentemente expresa esa
verdad, son las palabras de Cristo en Juan 10:27-30 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les
doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi
Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la
mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos.
El real significado de Mateo 6:14-15, es
que si un cristiano no perdona, eso será un estorbo en su comunión con Dios, y
hasta que no haya cambio de actitud Dios le mostrará su rostro de enojo. La
Biblia enseña QUE DIOS NO CONDENA A SUS HIJOS DESOBEDIENTES SINO QUE LOS
CORRIGE Y LOS CASTIGA CON LA DISCIPLINA, DISCIPLINA QUE PODRÍA IMPLICAR HASTA
EL SER LLEVADOS PREMATURAMENTE AL CIELO. Y ESTA ASEVERACIÓN ESTÁ FUNDAMENTADA
EN LA SOLA ESCRITURA:
1 de Corintios 11:28 -32 Por tanto,
examínese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el
que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, come y bebe
juicio para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros; y
muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos
juzgados. Pero siendo juzgados, somos disciplinados por el Señor, para que no
seamos condenados con el mundo.
Nota: Este material se puede distribuir y publicar con toda
libertad siempre y cuando se respete el autor.
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